jueves, 1 de diciembre de 2011

Un ejemplo a seguir

La dirigente vecinal María Ruiz Martos dejó cariacontecido al alcalde de Barcelona, Xavier Trias (CiU), al rechazar la Medalla de Honor de la ciudad que este iba a entregarle. Las razones no dejan lugar a dudas: "No la puedo aceptar de un Gobierno que nos está recortando por lo que hemos luchado y lucharemos".

Ya está circulando por la Red el vídeo en el que se a la dirigente vecinal barcelonesa María Ruiz Martos rechazando la Medalla de Honor de Barcelona ante el visible malestar del alcalde Trias, de CiU.
La activista, conocida como Maruja, cuenta con una larga trayectoria de reivindicación de los derechos de los trabajadores y de desarrollo de infraestructuras y equipamientos sociales en los barrios populares. La medalla le había sido concedida a petición del distrito de Nou Barris como reconocimiento a su labor desde el movimiento vecinal de la Prosperitat y de Nou Barris.



Desde la asociación de vecinos han difundido una carta de Maruja explicando las razones de su renuncia:

Motivos de un rechazo
Antes que nada y por encima de todo quiero agradecer a la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos y Entidades de Nou Barris la atención hacia mi persona al proponerme como acreedora del reconocimiento del que he sido objeto. Así como al Consell del Districte de Nou Barris que tuvo a bien el confirmar dicha propuesta y designarme para recibir la Medalla de Honor de Barcelona, algo de lo que realmente me siento orgullosa por su significado.

Pero al mismo tiempo y siendo fiel a mi condición de mujer trabajadora en su día, pensionista ahora, luchadora social y con convicción de pensamiento comunista, no puedo aceptar y no acepto la citada medalla, dado que por encima de su significado, creo que quien la otorga es partícipe de la clase política que nos gobierna tanto a nivel nacional, como autonómico y municipal.
Gobernantes que, ejerciendo una política neoliberal, están ejecutando recortes incomprensibles en áreas tan importantes y necesarias para el bienestar social como la salud y la enseñanza pública, las pensiones y equipamientos sociales.

Por todo ello y en solidaridad con todas aquellas personas que padecen estos recortes, no puedo ni debo aceptar dicha distinción y sí continuar con mi compromiso de seguir ejerciendo la labor que precisamente se me ha reconocido para otorgármela, y no es otra que luchar, denunciar, trabajar en el barrio y donde fuese necesario para conseguir que esta política de recortes que se está llevando a cabo por todas las instituciones, no siga adelante.
Alguien dijo en cierta ocasión que “el mejor premio y reconocimiento que una persona podía obtener es el de su propia conciencia”.

Yo me quedo con ese premio y reconocimiento, el de mi conciencia.

Barcelona, 28 de noviembre de 2011
Maruja Ruiz Martos

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