domingo, 5 de febrero de 2012

El derecho de las mujeres a abortar

Cuentas de abortos
2012/02/05

Ramón Buenaventura

Según HISPANIDAD, decano de la prensa digital española (dicen ellos; será verdad, porque su religión no les permite mentir) y paladín del catolicismo a la franca usanza (el que conocimos por estos lares quienes en los años cincuenta ya teníamos los sesos más o menos creciditos y nos enterábamos del ambiente), España se gastó 38,5 millones de euros en 113 000 abortos en 2010. A trescientos cuarenta euros con setenta céntimos el aborto… La noticia viene acompañada de una foto de Zapatero con cara de arrepentimiento y pesadumbre y miedo al castigo.




La denuncia viene al pelo, porque ahora le toca al gobierno cumplir con sus promesas proeclesiásticas electorales, y toda presión será poca para conseguir que la permisividad abortista antivida quede eliminada para siempre (o para los muchos años que tardará la izquierda en volver a ganar unas elecciones, si no ocurre un improbable milagro de San Judas Tadeo).

Uno, la verdad, no es muy aficionado a opinar sobre el aborto, más que nada por no escandalizar: no creo en el alma, no creo que un embrión tenga derechos humanos más que por mediación de su madre (que, claro está, se los va concediendo según aumenta la personalidad física del nascituro); pero tampoco soy partidario de trivializar la cuestión, porque pertenezco a una generación española en que las mujeres tuvieron que viajar mucho a Londres, o recurrir a peligrosas ofertas nacionales, y he compartido la angustia que esas decisiones traen consigo casi inevitablemente. La situación nunca me afectó en coautoría y, por tanto, no me cabe pensar en lo que pudo ser y no fue, pero imagino que esa zozobra ha de estar en la cabeza de todas las mujeres que en su día abortaron. Lo que no veo por ninguna parte, sin duda, es el derecho de la Iglesia a intervenir en la cuestión con sus prohibiciones y sus pecados. Es el argumento de siempre, que no necesita mejora ni actualización: la ley no declara obligatorio el aborto; los padres católicos pueden libremente impedir a sus hijas que asesinen a sus nietos recién dotados de alma por el Señor. Benditos sean todos. Lo inadmisible es, como siempre, que traten de imponernos sus reglamentos dogmáticos a los demás.

[Lo que se trae entre manos el PP no es solo la salvación económica de España; es, sobre todo, eliminación, hasta el último vestigio, del Estado laico y progresista. En ello coinciden, sílaba por sílaba, con sus compadres del GOP (Great Old Party, los Republicanos usaínos). Viva Dios.]

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